Wednesday, June 10, 2009

6 Meses en Africa

Llegaron las lluvias y con ellas la invasión de las libélulas y las hormigas africanas. Después de haber pedido tantas veces algo de lluvia para estas tierras semiáridas, debo confesar que ahora tengo sentimientos encontrados. Para empezar, cuando digo invasión, me refiero a INVASIÓN… son miles, ¡millones!… he visto hormigueros del tamaño de un árbol! Y si uno descuida un segundo su comida, probablemente la veas pasar levitando sobre el suelo. Luego, la misma tierra polvorienta y rojiza que tragaba cada vez que venía un ventarrón o pasaba un carro, se ha convertido en una tierra negra, fangosa, súper fértil. No hay ningún problema con eso, el problema está en que toda Kenia se ha convertido en un pantano. La única forma de salir es con botas de jardinero y uno no sabe en qué condiciones llegará porque las caídas en pantanos son súper frecuentes (se los digo yo). El primer día parecía Bambi aprendiendo a caminar, ahora parezco un soldado vietnamita. Por cierto, ¿qué será de la vida de las lavadoras? No pensé que las extrañaría tanto hasta que llegó la temporada del lodo.

Ya tengo más de 6 meses en África, en realidad es bastante grato permanecer en un lugar durante suficiente tiempo como para ver cómo van cambiando sus caras y cómo todo florece y se pone de un verde distinto al que estoy acostumbrada.

Ya sé que he estado desaparecida y se debe principalmente a que en África todos los días mi vida da un vuelco 360 grados y no sé por dónde empezar a contar. Lamento lo largo pero, a petición del público, hay mucho que contar. Como saben mi visión del mundo es tragicómica, y creo que esta entrega (ya comienzo a creerme lo de “reportera”) me salió más trágica que cómica, pues voy perdiendo la apatía, la imparcialidad o la indiferencia de un turista y tengo mucho que cuestionar a esta cultura.

La otra razón de por qué estoy tan perdida es porque esto de vivir en un ambiente rural tiene una contraparte enorme en cuanto a servicios básicos: cuando hay luz, no hay internet, cuando hay Internet, no hay laptop, ni luz, ni agua, ni cable y debo racionar mi pila del blackberry, ustedes comprenderán.

Les cuento que al tercer mes, Kenia comenzó a ser lo peligrosa que esperaba antes de venir a África, pero por alguna razón no se había manifestado antes.

Todo comenzó una noche a las 11pm cuando ya estaba lista para dormir. Tuve una visita inesperada en el jardín de mi casa, el evento del negro en mi ventana fue superado… Fue un sonido espeluznante, oía como algo intentaba comerse los pollos y las gallinas que duermen justo debajo de mi cuarto... ¡una hiena!... la verdad es que para mí, la hiena es el guasón de los animales salvajes. Lo cierto es que el incidente no pasó a mayores... solo sirvió para entender por qué los Kenianos se autoinducen un toque de queda todas las noches a las 9pm y a las 10pm ya duermen plácidamente.

Al tercer mes también, tomé la decisión de dejar de comer. Sucedió un día cuando les compré carne a mis niñitos (cosa que para el momento era un lujo al cual no estaban acostumbrados). Como era de esperarse, los 25 angelitos se transformaron en 25 cavernícolas y se abalanzaron a comer su porción y saborear sus huesos, pero en medio del revuelo, Mturi, uno de mis preferidos, se quedó viendo su pedacito, como idealizándolo. Ya se disponía a comerlo... tenía la boca abierta como un león, listo para saborear su porción de carne con un gusto! Pero sus ojos se encontraron con los míos, me vio las manos vacías y, sin dudar, cerró la boca sin probar bocado, vino caminando hasta mí y me extendió el brazo dándome el pedacito de carne con una sonrisa conmovida.

El tiempo se detuvo... Le di un beso y se lo devolví. Significó demasiado, allí estaba este huerfanito dándome lo que no tenía. La vida me dio 2 cachetadas... porque uno cree que es buena gente con venir a África y dar un poco de lo que a uno le sobra. Yo confieso que si hubiese sido él, hubiera dicho "que se las arregle la Mzungu, ella tiene con qué comprarse su propia carne (glu, glu, glu)".

Así fue como decidí dejar de comer. Pasaron 2 días y no probé bocado. Ya estaba casi completamente convencida de mi asombroso poder mental, cuando me enteré que tenía fiebre tifoidea y la falta de apetito era solo un síntoma de la enfermedad.

Apareció el segundo temido peligro: alguna extraña enfermedad africana. Acoto que el dengue es peor, me ha dado 2 veces y las dos pensé que me moría. Con la fiebre tifoidea el malestar físico fue mucho menor que el psicológico... Saber que a pesar de tomar todas las previsiones, la presencia de la fiebre tifoidea es tan común en esta cultura, que la gente la ve como normal, como no dándose cuenta de que están tomando alimentos contaminados por heces fecales (con pupú COÑO!). Pues bien, desde que llegué les puedo decir que he añadido a mi lista de extraños alimentos probados: avestruz, cocodrilo y pues claro, agua con pupú!.

Así fue como conocí el sistema de salud Keniano. El hospital de Nairobi no es tan malo, a decir verdad, parece una clínica privada venezolana, claro que esto no es ningún halago. De resto, cualquier dispensario médico es como para ponerse a llorar. Ni hablarles de los laboratorios... es una cosa manual, con un poco de potecitos que se mezclan al ojo por ciento y sin guantes en frente del paciente y gualá! "Usted no tiene malaria, usted tiene fiebre tifoidea". Por otra parte, si bien hay opciones de atención médica gratuita para la población, la gente se muere sin atención, por no tener dinero para el pasaje en matatu, que puede costar menos de un cuarto de dólar. O, lo que es peor, la gente se muere porque se acostumbra a vivir con síntomas y aguantar el dolor, y no perciben la necesidad de recibir atención médica. Es como si sus vidas no valieran la pena ni la diligencia. En medio de la confusión cultural, me tocó hablarle fuerte a la comunidad y sensibilizarlos en relación a que no pueden vivir como animales.

La deficiencia en los servicios básicos es una limitante para cualquier intento de desarrollo. No hay ríos lo suficientemente caudalosos para represar y surtir de agua a toda Kenia, y en muchos países de África. Esto se traduce en que la electricidad sufre severos racionamientos en el periodo de sequía y en que no hay tuberías de agua potable que conecten al país, ni hablar de un sistema de cloacas. La clase media y alta tienen a veces la suerte de cavar un pozo de agua que es casi impagable en esta economía. Los pobres están destinados a comprar un poco y racionarla, o caminar por horas al charquito más cercano. El impacto de no tener cloacas significa que tienes, en el mejor de los casos, que tener un pozo séptico al lado de tu casa, lo que significa tener por vecino perenne a una fuente segura de moscas, gérmenes y enfermedades. La enfermedad siempre estará allí, latente.

Tampoco hay un organismo que recolecte la basura, cada quien es encargado de quemarla en su casa, mientras que en sitios públicos, la tiran al suelo y ya se verá que se hace con ella. Tampoco hay suministro de gas por tubería. Se vende en bombonas creando un problema de seguridad.

En febrero Kenia estuvo en llamas. Un supermercado en pleno centro de Nairobi estalló en 1000 pedazos gracias a las bombonas de gas y mató a más de 50 personas. Una semana después, sucedió una de las peores tragedias en la historia de Kenia. Una gandola de gasolina se volteó en una carretera y 200 personas de la aldea más cercana, incluyendo muchos niños, decidieron convenientemente recolectar el chorrito gratis de energía que salía de la gandola con cubetas, para luego revenderla y alivianar un poco la lucha por sobrevivir esa semana. La guardia llegó media hora más tarde a acordonar la zona. Un habitante se molestó, sacó un fósforo, lo prendió y lo tiró al suelo. Ese fue el final de la aldea, que encontró la muerte de rodillas, arriesgando su vida para tratar de recibir algo gratis… lloré de la indignación… A ver Jaimito, ¿Cuál es el precio de una vida? ¿Un cuarto de tanque de gasolina?.

Por otro lado, la policía es inclemente: dispara y después pregunta. El único derecho civil plenamente instaurado es el derecho a desangrarse libremente en el pavimento (cuando hay). Pensé que estaba siendo extremadamente tajante al afirmar esto, hasta que la semana pasada la ONU realizó un reporte sobre Kenya criticando la brutalidad de la policía, incluso prácticas frecuentes de tortura.

Hace unos meses aparecieron los Mungiki, una especie de clan de mafiosos que comenzaron con una ideología religiosa que no entiendo muy bien que es (lo que no habla muy bien de su ideología) pero pasaron a realizar actos delictivos como forma de protesta. El hecho es que los Mungiki, ciudadanos al fin, comenzaron a aparecer muertos 1 a 1, día tras día... Todo el mundo sabía que era la policía. Una ONG llamada the Oscar Foundation comenzó a protestar por los derechos civiles de los Mungiki, en particular, su derecho a ser enjuiciados, a pesar de que fueran delincuentes.

La consecuencia lamentable fue que el director de la ONG resultó masacrado en su carro por 5 tipos armados. Todo el mundo sabía que fue la policía. A diferencia de Venezuela, ya la investigación está cerrando y los culpables pagarán, porque existe mayor independencia de los poderes públicos.

Lamentables realidades… no quiero entrar en polémicas políticas, pero sí les puedo decir que el nivel de conciencia en la población sobre los derechos humanos está en una etapa embrionaria, la gente no entiende sus derechos, por lo tanto no puede respetarlos ni hacerlos cumplir como es debido. En eso, los venezolanos al menos sabemos protestar. Les dejo para después mis reflexiones sobre el tribalismo, el infanticidio, la iglesia y la poligamia.

Por otra parte, les cuento que mi situación social ha ascendido de Mzungu a "extraña local". Llegó un momento en que la aldea se acostumbró a mí y dejaron de verme como turista. No sé si fue el hecho de que un día, haciendo compras en el mercado para el orfanato cargué irremediablemente 20 repollos en mi cabeza al estilo maasai, o 30kg de papas en mi espalda con una especie de cinta desde mi frente, cosa que primero produjo risa y después respeto en la comunidad. Pero cada tribu me adjudicó un nombre local. Los maasais comenzaron a llamarme Njoki o Naserian (alguno de los cuales significa algo relacionado con "sanadora"), los kikuyu decidieron llamarme “Wairimu”, un nombre local.

Por otra parte, mi inglés se ha africanizado notablemente, en lugar de "pork", ahora digo "poak", en lugar de "poteiro y tomeiro", digo "po-ta-to y to-ma-to" jajaja y cada vez me gusta más el reggaetón africano, el hip hop y R&B! Umbe-rella, ella… ella...

Después de recuperarme de la fiebre tifoidea, más nunca recuperé el apetito (excepto cuando Radha y Carlos vinieron a visitarme y me obligaron a comer), pero lo cierto es que he perdido como 8Kg y también todos mis pantalones, que ya no me sirven ni con cinturón.


El Orfanato

Primero, que nada, agradezco en el alma todas las ofertas de ayuda que me han dado, han superado cualquier expectativa, e incluso mi capacidad para responderles.

Si bien, después de intensos días de lucha, de incansables reuniones con el Ministro de la Infancia, la Directiva de Child Services, innumerables inspectores de salud, educación y de la infancia, de confrontar directamente a la directora (hasta que me expulsara de su hogar y del orfanato); el gobierno de Kenia me nombró Manager de Transición. La situación no fue nada fácil, tuve que lidiar con las amenazas de la vieja directora, su odio hacia mí y todas sus estrategias para seguir aprovechándose de los niñitos. Nos saboteó el agua, la electricidad, se robó los colchones, la comida, amenazó a los vigilantes, a mí, me mandó a seguir, cambió cerraduras, etc... En fin; una guerra muy sucia para la que no estaba preparada ni estaré nunca, porque no me da ni la maldad ni la imaginación para anticipar sus triquiñuelas.


Durante esos meses tuve que hacerle frente, prácticamente sola, a una epidemia de fiebre tifoidea (por las pobres condiciones de salubridad del orfanato, especialmente del agua), además de prácticamente todos los costos de manutención: comida, artículos de higiene, útiles escolares y medicinas. Intentamos sobrevivir y mejorar un poco el día a día, pero todos los proyectos a largo plazo tuvieron que ser pospuestos hasta que las condiciones estuvieran dadas. Tuve que suspender sus planes de donación porque no habían garantías de que lo que donaran iban a permanecer en el orfanato. Por otra parte, enviar cosas desde cualquier lugar del mundo occidental sale extremadamente caro, incluso para el que recibe, que tiene que pagar cierta suma para liberar los envíos. Todo pierde sentido cuando uno se da cuenta de lo barato que salen las cosas acá y que además están adaptadas al contexto.

Por ahora mi periodo de transición ha terminado, aun cuando no estoy satisfecha con los resultados y todavía tengo que seguir trabajando mucho por mis angelitos. Pero llegó el momento de moverme hacia nuevos retos, sin dejar de seguir trabajando (a distancia) por el orfanato. La despedida no ha sido nada fácil. Aun cuando he visitado al menos 10 orfanatos y 5 proyectos comunitarios, mi corazón pertenecerá por mucho tiempo a mis 25 niñitos de Nagolie Nkera.

Ellos comenzaron queriéndome con voracidad desde mi llegada, me halaban el cabello, los brazos, la ropa. Como todos los niños, probaban los límites conmigo para ver hasta dónde podían llegar. Eso fue cambiando con el paso del tiempo, se fue transformando en un cariño incondicional al ver que estaba y seguía allí. Sabían que cuando quisieran yo iba a estar lista para abrazarlos y brindarles cariño y se transformó en una mutua dependencia. Ellos me cambiaron poco a poco y yo los cambié a ellos. La verdad es que ha sido muy difícil separarme.


Nuevos Retos

Para comenzar con mis nuevos retos, estuve trabajando desde hace más de un mes en el diseño de un ancianato para presentarlo a la fundación de los Gates. Lo diseñé yo solita y me lancé una investigación espectacular. En África los ancianatos se cuentan con una sola mano y la situación de los viejitos es crítica, la generación del medio (los hijos de los viejitos) ha sido severamente golpeada por el sida, y en Kenia 70% de los huérfanos han sido dejados bajo el cuidado de los abuelos, quienes en lugar de descansar, tienen que mantener a sus nietos y a sus hijos enfermos, sin ninguna ayuda del estado, sin seguridad social, haciendo magia para producir y mantenerse sanos.

Es muy difícil llegar a viejo en África. En Kenia la expectativa de vida está alrededor de los 57 años. Ahora imaginen a los pocos que llegan a la vejez, se encuentran aislados y abandonados, pero no solo cargan con el peso de la vejez, sino que gracias al sida, ahora tienen que tomar el rol de cuidadores primarios de huérfanos.

Así que pensé que un ancianato en Kenia no tenía cabida sin un orfanato al lado. El proyecto dio un vuelco inesperado y en lugar de un ancianato creé un centro comunitario para los abuelos que aspira albergar 300 huérfanos y 200 abuelos, cuenta con escuela, clínica, iglesia, librería, taller para artesanía, huerto, etc... Está sustentado en la teoría de etapas de vida del psicólogo Erik Erikson, y el objetivo es integrar dos sectores muy vulnerables: huérfanos y ancianos, con necesidades complementarias.

Después de enviar el proyecto, esperando enamorar a los Gates, con el susto de que ya me habían dicho que ella era muy exigente y solo tenía 4 categorías para catalogar algo: Bad, Non acceptable, acceptable o Eloquent, además de considerar que el proyecto que ellos querían financiar era de 1MM$ y yo me inspiré de tal forma que termina costando más de 3MM$; estaba aterrada.

Recibí la respuesta en menos de una semana. La sorpresa fue que catalogó al proyecto como: "eloquent" jajaja, o sea que ha pasado a la segunda fase! Me sentí como si hubiese ganado un premio Nóbel! Jajajaj. Ahora les tengo que exponer el proyecto en persona en julio. He sido formalmente invitada al Maasai Mara para ello. Todo el combo familiar y de la fundación se pasan 3 meses en el Maasai Mara cada año y cierran el mejor resort-super lodge adentro del parque. Así que me toca ir, quedarme en el súper lodge, tener todos los safaris que quiera pagos, incluso el safari en globo!!! (Que cuesta 500$), y por supuesto discutir los detalles de cómo vamos a ejecutar el proyecto en vivo con estas personalidades. Ya les contaré del episodio.

Yo diseñé el proyecto ad honorem para que la ONG gringa Waltz Volunteer lo presentara y no esperaba más que la oportunidad de ver algo que salió de mi propia creación hecho realidad, de innovar en el modelo de cuidado a los ancianos africanos, y sobretodo, como psicóloga, desarrollar tecnologías para aumentar la calidad de vida de las personas… pero han surgido muchas oportunidades a raíz de todo esto.

Me han ofrecido trabajo formal como Fundraising and Project Designing Director para toda África. Y yo que me vine de filántropa!… Para el inicio de mi nueva carrera no está nada mal. El cargo lo hicieron a mi medida, con todas las cosas que me gusta hacer, especialmente para que aceptara la oferta y lo mejor es que puedo continuar con mi nomádica vida en África, ya que me van a enviar a Burundi, Ruanda, Namibia, Sudáfrica, Ghana, etc… a inspeccionar proyectos, introducir mejoras y diseñar nuevos! Eeeeeeehhhhh y en agosto me mandan a un seminario a Dubai donde el anfitrión es el príncipe nosequequé-tu-rahja y va la directiva de las ONG's más grandes de todo el mundo. Súper no?

Así que todos tenían razón: todo lo que se hace con el corazón y sin esperar nada a cambio genera frutos insospechados!!!

Por ahora iré a Caracas en diciembre, con el firme motivo de verlos, pero sobretodo de comer como un elefante y engordar mínimo 10 kilos, para ver si sobrevivo otro año en estas tierras. Es muy dura la vida aquí. Sobretodo extraño la comida. Todas mis comodidades puedo postergarlas por 1 año, pero no se por cuánto tiempo más. Ya veremos!

Les aviso cuando sustituya la navaja por un abrelatas genuino, ese será el indicador más válido de mi posible sedentarismo en estas tierras.

Por ahora, sigo prefiriendo trabajar con la pobreza extrema, sin agua potable, electricidad, ni cañerías, que con la pobreza con antena de DirecTV, pantalla plana y home theather.

Sigo prefiriendo los peligros invisibles (la malaria, la fiebre tifoidea y el sida) a la delincuencia venezolana.

Sigo prefiriendo una vida sin lujos, que gastar 1000bsF cada vez que entro a Zara.

Sigo prefiriendo estar aquí, que estar allá.

Sigo pensando que mi vida es como yo quiero que sea.

Besos y abrazos!

Disculpen si no les respondo como es debido. Sus mensajes me movilizan mucho y me dan muchos ánimos para seguir, pero a veces no sé como empezar a responder ni cómo encontrar el tiempo para hacerlo. Pero sepan que siempre los leo y me inspiran muchisisisímo. Muchas gracias!

Raquel Ruiz Tognetti
10 de Junio de 2009

Visiten www.waltzvolunteer.org y para los que quieran hacer voluntariado
en África, Asia y Medio Oriente, esta es una de las ONG’s más económicas para hacerlo.